Catarsis hacia el re-nacimiento del amor

Somos una colección de nuestros amores, desilusiones, recuerdos, alegrías y aprendizajes.
Cuando nos topamos con alguien que nos marca, el camino se transforma: cambia de ruta. El destino. La vida. El futuro. Los planes. Todo se direcciona hacia un lugar que desconocemos.
El cruce de miradas. La energía que se genera en ese instante del encuentro. La química. La conexión. La piel.

Todo puede ser parte de una historia que precisaba ser contada a futuro, tal vez como relato de experiencias a otros. Una lección que sólo podía ser adquirida en ese vínculo.

¿Cuántas veces habrás dicho: "Entre todas las millones de personas que hay, justo fui a conocer a ese ser"? ¿Acaso te olvidaste que te atrajo la sonrisa de esa persona? ¿Sus formas, su esencia, sus actitudes, su vibración?

En mis 34 años de vida, me di cuenta que conocemos exactamente a quién debemos conocer. Nos enamoramos exactamente de quién debemos enamorarnos. Después, el no soltar o el aferrarse es tema de cada quién y tal vez esa sea la lección.

Es cierto que después de una ruptura, cuesta volver a sentir.
Sin embargo, llega el momento en que te arriesgás. Te la volvés a jugar porque lo que sentís, te cubre en sentimientos y tenés la valentía de poner tu corazón en juego. Volvés a empezar.
Más allá de todo lo que ocurra, tenés la oportunidad de amar a tus amores correspondidos, así como también a tus desilusiones. 
Las cicatrices y las marcas son exactamente lo que tenía que pasar.

Agradecé que atravesaste esa experiencia, y que hoy sos más fuerte de lo que creías. 
Nada es accidental. 

¡Preparate, que lo mejor está por llegar a tu vida!

Desde mi soberano corazón, estas palabras para quién pueda recibirlas, comprenderlas e integrarlas a su existencia.

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