Volver a escribir

Para desahogar palabras que fueron metamorfosis de angustia.
Para revivir una y otra vez como si fuéramos un ave Fénix.
Para quebrantar las cadenas que nos atan a la pena de sufrir.
Para reemplazar al dolor por un manto de esperanzas.
Para no volver a caer en los abismos de lo que creíamos que era amor.
Para pelearle a las batallas que se nos presentan en cada despertar.
Para abrazarse a la cintura de una nueva ilusión.
Para dejar atrás el pasado y afianzar un futuro mejor.
Para espantar los males que nos aquejan por dentro.
Para que el cuerpo no tenga que hablar lo que el alma calla.

Sentimientos apresurados

Una vez más, salí a encontrarte entre las calles.
Caminé entre la masa social en busca de tu presencia.
Por momentos creí verte, pero sólo era un engaño de mi mente, que entre tanta gente pretendió dibujarte en alguna transeúnte de la ciudad.

No supe frenar la moto a tiempo y me estampé contra la maleza de la confusión. En el incidente, la ilusión se quebrantó junto a la brújula que creí hallar en tus ojos.

Recordé que la decepción sólo acierta su respuesta en la idealización.
Me pregunté dónde esconder la emoción que me provocó tu aparición, donde cualquier pieza ponía en jaque a la reina de mi soledad.

Pensé en incinerar mis impulsivos sentimientos de una buena vez, aunque olvidé cómo encender la mecha sin la ayuda de mis manos, completamente quemadas por el fuego del desamor.

Definitivamente, decidí enterrar los sueños del presente para que la lluvia los haga crecer algún día.

Ahora debo empacar, no detener mi viaje y despojarte del hábitat que te creé en mi cabeza.
No soy descortés, pero tengo que apresurar mi salida o de lo contrario voy a enloquecerme, amándote una vez más en silencio.

Escrito en junio de 2014, predicción que anticipó mi comienzo de 2016.