Robocops vivientes

Una peatonal es el destino. Camino entre cadáveres. Me muevo en una sociedad muerta. Lo puedo sentir. Ya no son humanos, sino más bien "robocops vivientes". Atropellan a todo aquel que no se encuentre en su mundo.
Son máquinas programadas: se levantan, desayunan rápido, trabajan, toman el colectivo de los ganados, comen y ven Bailando por un Sueño, luego se acuestan. Corren pensando que ese círculo, en donde viven, girará más rápido. Al otro día, repiten lo mismo.
De vez en cuando, tienen sexo. Los fines de semanas, tal vez poseen un tiempito para ser ellos y seguramente se ponen a ver la televisión. Esa caja boba, reino cada vez más inútil, que genera violencia y morbo en los "robots". Y que también muestra un terreno paralelo: el de lo plástico. Se los define como "alienados", con ese tic-tac mental que se han impuesto. Quién sabe el porqué.

No pueden ser libres, debido a que el maldito sistema capitalista los oprime cada vez más. Ahí entra "el dios artificial", creado sólo para generar conflictos, presiones, así como también cobrándose vidas y asegurándose la compra de los placeres. "Y qué queda, no queda, nada queda".

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