Debo tomar el antídoto de la fuerza interna. Pero antes, navegar por los mares que la soledad otorga. Zambullirme en la locura de los sentimientos que encarcelan y luego quebrantan, hasta hundirme en la desesperación.
Tomar el coraje de abrazar a mis sombras. Mimar la oscuridad que reposa en mis entrañas. Recoger la basura de mis pensamientos y limpiar el desorden mercuriano.
Darle un severo castigo a la paciencia de esperar, entendiendo que la incertidumbre hoy puede ser la aliada de mis alas condenadas.
Llorar y gritar en silencio el nombre de la salvación. Deshacerme íntegramente para rearmar las piezas del rompecabezas. Aceptar la transformación para resurgir y ser ese gorrión que definitivamente sabe hacia dónde va.
Anclaré todas mis penas en el fondo de este viejo árbol y ¡volveré! ¡Volveré! Vol-ve-ré a ser la reconstrucción de mi ser interior
Un sufrimiento de la Casa Doce.